Como humanos fuimos creados para vivir en comunidad, y el verdadero discipulado solo ocurre mientras nos desarrollamos y crecemos juntos. Una meta para nuestra iglesia local y también para la iglesia de la ciudad, es conectar a lideres en relaciones saludables de rendición de cuentas, ayuda mutua, sinergía y cuidado personal.

Creemos en desatar los dones del ministerio en hombres, mujeres y niños de cada grupo étnico. Afirmamos que todos los dones espirituales son dados y generados por el Espíritu Santo, quien los distribuye entre su pueblo como a El le place para la edificación de la Iglesia.

Hemos sido llamados a orar ininterrumpidamente, porque la vitalidad y profundidad de nuestra vida espiritual es proporcional a nuestra vida de oración, y porque Dios no hace nada aparte de las oraciones de su pueblo. Nos comprometemos a ser una Casa de Oración a todos los pueblos, para poder así expandir el reino de Dios en Miami.

Creemos que somos llamados a transformar al mundo por medio de obras de servicio, compasión, evangelismo y justicia. Creemos que la tierra y sus habitantes son propiedad del Señor y El ha delegado a su pueblo el pastoreo, administración y cuidado de la tierra y su plenitud. El evangelio debe influenciar cada esfera de nuestra existencia humana.

Creemos que cada una de nuestras acciones individuales y grupales debe reflejar a Cristo y promover la unidad de su cuerpo, la Iglesia. Consecuentemente, como Iglesia celebramos la diversidad de comunidades, culturas y expresiones de la vida humana, dentro de la verdadera libertad que solo alcanzamos viviendo en conformidad a los principios bíblicos.